La educación del carácter y la personalidad
Bijou confirma mi teoría sobre esa gran parcela moldeable de la personalidad, que no se hereda, y que depende exclusivamente de lo que nos rodea. Bijou con sus cuatro meses pone un cuidado minucioso en no morderme, no arañarme, no chuparme, incluso jugando, yendo en contra de su instinto. Viene cuando le llamo (siempre que no haya entrado en esa hora histérica del día) e ignora todo lo que no conlleva refuerzo positivo aunque se trate de comida.
Copia todo lo que hago. Si meo, viene conmigo y mea, si comemos, ella se va a su sitio y come su comida para mini gatos. Si hago un recorrido largo, por toda la casa, ella me acompaña de aquí para allá supervisando cada movimiento con una paciencia asombrosa.
Por supuesto, es un gato, con sus cosas de gato. No hay más que verla en su faceta cotilla, tomando el sol junto a la ventana. Pero aquello de "es que es así", tanto para gatos como para personas.. la mayor parte de las veces sólo es una excusa.
La verdad es que no viene a cuento, pero me encantaría, que aquel profesor de la UNED que nos quiso convencer de que su asignatura de "la educación del carácter y la personalidad" era aplicable sólo a "niños normales", (entre otros comentarios absurdos sobre el caracter violento de los vascos ¿?) ya se haya jubilado, por el bien de todos.